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viernes, 21 de septiembre de 2012

¿Quién es Dios para los "Ede-migos"?

Todos sabemos que el país está en crisis. No es nuevo decirlo, aunque hay personas que se empeñan en no verlo bajo pretexto de un rancio optimismo que no es tal. Pues el optimismo no es negar la realidad, sino saber cómo esta puede cambiar a partir de acciones acertadas y factores controlables. Si nuestro optimismo solo se basa en una esperanza incierta, entonces se es ignorante o se la da uno de loco. El optimismo no es fe, pues la fe, aunque las cosas que se esperan no se ven, está fundada en una seguridad que ha dado la Palabra de Dios. El mundo no lo ve, pero los cristianos sí. Pero el país está en crisis y la fe que tengamos no nos impide verlo. Uno de los aspectos esenciales para el funcionamiento de cualquier país civilizado es el factor energía, y la crisis en el orden energético en República Dominicana va de mal en peor. Tanta modernidad en las comunicaciones, tantos edificios nuevos, tantos cambios y, sin embargo, el problema eléctrico lejos de disminuir, sigue creciendo. Pero seamos honestos en nuestra culpabilidad ante éste y la mayoría de los males que afectan a nuestro país. Toda la extensión de este cáncer se la debemos a nuestra indiferencia y a nuestra desunión. Estudie el lector nuestra historia y la verá construida siempre con la constante de la traición y el sabotaje, o la indiferencia. Las distribuidoras de electricidad siempre tienen como lema que las subidas del costo de la luz se debe a las "pérdidas millonarias que tienen porque la mayoría de los dominicanos se roban la luz", lo cual es una flagrante mentira. Primero, porque ellos han inundado al país de contadores y medidores de energía, como nunca antes en la historia. Sus cobros se han multiplicado sin comparación y sus funcionarios detentan los salarios más envidiables del sector privado. Segundo, porque si hay algunos que se roban la electricidad ¿Qué electricidad es en realidad la que se roban?, porque casi nunca hay energía. Una conexión ilegal solo funciona cuando hay energía. Tercero, porque es conveniente para ellos tener una excusa para justificar aumento, y el tener siempre a sectores empobrecidos como chivos expiatorios para cargar a las demás familias con costos de la luz tan elevados (pues pagamos la energía más cara del mundo) les da cierta apariencia de justicia, cuando en realidad son puros mercaderes que suben la energía a su antojo y se benefician de un desorden mantenido a drede. Hace ya muchos años que el problema energético pudo ser resuelto pero ellos no quieren se resuelva, porque obtienen mucho más beneficios en el presente estado y porque se verían obligados a transparentar el precio real de venta de la electricidad al tiempo que tendrían que servirla a todos por igual, sin excepción. Ahora no dan luz, no reembolsan como dice la ley, el importe por las horas y días sin dar energía. No pagan por los daños que les ocasionan a nuestra comida, a los aparatos y en fin, a nuestras familias. Pero todos seguimos pagando, porque no somos capaces de ponernos a una y decirles ¡YA BASTA!.
Vivo en Puerto Plata y cuando voy a Santo Domingo, puedo darme cuenta que de todas las EDES, Edeeste es la peor de todas. Es que nunca hay electricidad con esta gente. Nunca. Mis pobres viejos, que viven en la parte oriental, están siempre desesperados con los apagones y el calor, y con la factura eléctrica (que nunca se tarda ni disminye). El truco de los EDErgúmenos es sencillo. La luz eléctrica la tienen tan cara, que si dieran servicio las 24 horas del día cualquier casita pagaría RD$20,000.00 al mes, así que prefieren dar muy poco y cobrar más para no verse cuestionados en cuanto al precio. Me pregunto ¿Quién es Dios para estos EDEmoniados? ¿Creerán ellos que Dios no los mira individualmente? ¿Creerán ellos que irán al cielo con estas acciones en contra del prójimo? Mis amigos y hermanos, el Señor está en contra de toda injusticia. La sentencia por la que una piedra de molino desciende al fondo del mar está muy relacionada con el trato que damos a nuestros semejantes. El afán por el lucro y las riquezas quitan la perspectiva del ser humano, quien olvida que ninguno nació para quedarse aquí, por muchos que sean sus años, y que todos hemos de comparecer ante el tribunal de Cristo para recibir el pago por sus acciones mientras estuvo en el cuerpo.

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